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No es fácil tomar la decisión de iniciar un emprendimiento, por más cantidad de recursos y materia prima con la que se cuente. Tampoco es simple hacer análisis personal para determinar si uno está preparado para llevar adelante el objetivo. De este modo, lo primero que uno tiene que preguntarse es: ¿Tengo la fortaleza mental para poder hacer frente a todo lo que implica plantar una empresa, más allá de que resulte exitosa o termine cerrando?
En general, solamente se conocen los casos exitosos de compañías que multiplican su valor miles de veces. Esto hace que los jóvenes sueñen con ser uno de esos elegidos. Y soñar no está mal, pero… ¿cómo se contiene a todos aquellos que no consiguen su meta y que, por poca fortuna, siempre es la mayoría?
¿Alguna vez uno se pone a pensar cuántos fracasos hay por cada uno de los casos exitosos conocidos? O, intentando ser más positivo, ¿cuántos casos perduran en el tiempo sin llegar a ser noticia, transformándose en PyMES que salen todos los días a enfrentarse con los problemas y desafíos de cualquier empresa tradicional?
En general, muchas ideas consiguen inversores que, si con el tiempo no se traducen en un éxito real, dejan de ser acompañadas.
El objetivo de estas notas será que los jóvenes que quieran emprender un desafío de semejante magnitud, lo hagan. Pero antes de empezar deberán entender y programar todo lo que hay que tener en cuenta en el momento posterior a la idea.
Como en el deporte, los negocios suponen un proceso de entrenamiento previo a salir al campo de juego y competir por el éxito. La preparación anterior a emprender se dispone luego de definir el mercado objetivo, asumir que siempre habrá competencia y delimitar una administración prudente de los recursos.
Una vez que uno ya tiene clara la idea y el convencimiento de comenzar el proyecto, tiene que saber que el camino que inicia va a estar lleno de contratiempos. Generalmente, éstos son provocados por temas que uno nunca tuvo en cuenta al momento de dejar volar su imaginación para poner en marcha el proyecto, pero será fundamental sortearlos para poder seguir adelante.
Si uno practicara un deporte, sabría que el partido dura un tiempo corto pero que la preparación para la competición es lo que realmente hace la diferencia. Ahora bien, ¿con objetividad, quién preferiría el entrenamiento previo a jugar el partido? Poder entrar a la cancha es el verdadero deseo, mientras que no lo es levantarse a las 6 de la mañana para entrenar. No obstante, lo que termina marcando el verdadero diferencial es la preparación previa, por lo que la idea a proyectar es la elección del deporte y el entrenamiento no es otra cosa que el mundo real. Ahora sí, bienvenidos.
Planteada la analogía anterior, es menester asegurar que no hay proyecto que pueda resultar claro sin antes haberse preguntado cuál es el mercado objetivo que pueda ser potencialmente demandante. ¿La idea que se quiere posicionar sustituye o mejora algo existente, creará una nueva necesidad o será complemento de un bien actual? Y dentro de ese mercado meta, ¿cuál sería la participación conservadora a la que el negocio podría aspirar?
Nunca hay que menospreciar a la competencia existente o que pueda aparecer en escena. Hay que pensar que siempre habrá quien cuente con más recursos disponibles, ya sean competidores reales o potenciales. Luego tendrán que establecerse los costos propios y realizar un cash-flow aún más conservador que la determinación de la participación del mercado.
Los números hay que hacerlos como si la empresa fuese una persona que alquila sin garante y tiene gastos fijos con vencimiento cierto, pero su ingreso es variable. A su vez, esta persona no tiene certezas de cuándo se generarán sus ventas y, menos aún, sus cobros.
Sólo una buena y austera administración nos permitirá llevar el proyecto al éxito, puesto que, de no hacerlo así, se estaría cruzando un puente colgante que se corta en la mitad del recorrido. Una infinidad de buenas ideas no llegaron a puerto exitoso por haber embarcado en malos hábitos administrativos.
Lo mencionado líneas arriba no guarda el objetivo de desalentar a los emprendedores sino, por el contrario, ayudarlos a que sean exitosos. Porque no habrá nunca una posición mejor en el ámbito profesional que la de trabajar con dedicación en lo que a uno realmente le gusta.
Autor: Fernando De Micheli
Director General en Sidesys Argentina/ México / República Dominicana.
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