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Entre las decisiones del negocio objetivo siempre aparece el anhelo del progreso y el crecimiento. Por eso, cualquier emprendedor debería plantearse los interrogantes necesarios para determinar quiénes lo acompañarán en el proyecto. Cómo tiene que ser un líder natural, qué lo convierte en un referente y de qué manera puede uno detectarlos.
“Un líder es un negociador de esperanzas”, dijo alguna vez Napoléon Bonaparte. En este segundo capítulo aparecen nuevas preguntas que orientarán el camino del emprendedor previamente elegido. En primer lugar: ¿uno es capaz de convivir con personas que naturalmente no comulgan con las mismas ideas, con un mismo estilo de vida y con objetivos semejantes, más allá de la idea del proyecto? ¿Es posible creerse convencidos de que se puede desarrollar la capacidad para interactuar y vincularse con esas personas? ¿Se están teniendo en cuenta estos aspectos a cubrir cuando se quiera transformar la idea de proyecto en una PyME? Una vez más, la clave, siempre en opinión de quien escribe, pasa por responder correctamente estas preguntas.
En este análisis es preciso dejar de lado al socio inversor y centrarse en los que llevarán operativamente adelante a la empresa. Cuando uno decide avanzar con los socios, tiene que tener claro que en toda PyME tiene que haber uno que sea naturalmente líder, que no tiene porqué ser el más capaz o el de mayor conocimiento de la idea, ni tampoco el más técnico. No obstante, éste deberá reunir las características necesarias para lograr el carácter que definirá cuándo habrá -o no- un acuerdo, que conciliará en las situaciones en las que no haya consenso, que timoneará en las tempestades que irán apareciendo y que será el referente natural del resto, tanto de socios como de empleados. Por lo tanto, uno tiene que preguntarse si está capacitado para ese rol y, si la respuesta fuera negativa, si alguno de los socios elegidos lo estará.
Lo planteado anteriormente será necesario para determinar quién será el líder que defina, que accione y que dirija, como toda PyME necesita. Lo ideal sería que este socio no forme parte del grupo de amistad pero que sea una persona que genere confianza, que tenga más experiencia laboral que el resto, alguien con sentido común, criterio y visión. En resumen, que tenga más kilómetros recorridos que el resto del equipo. Que sea práctico. Que resuelva, en base a experiencias pasadas, cosas que los más jóvenes nunca experimentaron y que, por más simples que sean, cuando uno las enfrenta por primera vez, no lo dejan dormir. Un ejemplo habitual al principio, podría ser la llegada de fin de mes acompañado por la ausencia del dinero para pagar los sueldos.
Como conclusión de este segundo capítulo, es apropiado decir que siempre es bueno sumar voluntades diferentes que planteen visiones distintas, que siempre serán enriquecedoras para cualquier empresa. Pero en la realidad diaria uno deberá tomar decisiones en forma permanente que alguien, el líder elegido implícita o explícitamente, deberá llevar a la práctica.
La costumbre de sociedades conformadas por hombres marca que las socias mujeres no suelen formar parte de la creación de una empresa. No obstante, aquí se enumeran una serie de virtudes de la visión femenina dentro de un negocio que cualquier emprendedor debería ponderar antes de salir al mundo real.
En la mayoría de los casos, los varones se juntan con amigos para dar forma a la idea de la empresa propia, difícilmente en ese momento piensen en incorporar por lo menos una mujer como socia y es uno de los primeros errores generados por la falta de experiencia, por el clásico razonamiento juvenil “la hacemos entre amigos”.
El valor de incorporar una socia mujer tiene muchos elementos positivos más allá de sus capacidades y conocimientos. Se trata de una figura que generará un equilibrio interno, que será, en términos generales, menos apresurada o impulsiva al momento de tomar decisiones importantes, que les aportará una visión desde otra perspectiva que a los hombres no se les hubiese ocurrido y que será una mediadora natural ante discusiones importantes o puntos que a simple viste aparecen casi irreconciliables.
En el trabajo diario la socia también aportará varios elementos a tener en cuenta -todo esto tomado, como se dijo líneas arriba, más allá de su conocimiento específico y de su capacidad intelectual-, como temas relacionados con el ambiente de trabajo. En el día a día laboral la mujer proporcionará mayor sensibilidad y estará atenta a necesidades básicas de la gente, aquellas que los hombres quizás pasen por alto o consideren de poca importancia, mientras que para los empleados no lo son.
El mundo cambió, la globalización lo ató a sí misma y, con ello, las relaciones laborales fluctuaron.
Desde un lugar de socio director, uno se resiste a estar de acuerdo con que hay una parte importante de los jóvenes de entre 20 y 26 años que sienten pertenencia nula y cambian de trabajo ante cualquier mejora salarial o de posición. Pero si comulgar con la idea de que todos los días uno se gana la confianza y la pertenencia de la gente en la empresa.
En el mundo laboral actual, las PyMES siempre van a estar en desventaja con las empresas globalizadas que todos conocen o con aquellas que aparecen como la maravilla soñada, pero se puede hacer mucho para retener a los verdaderos talentos y, en esa parte, la actitud de una socia mujer puede hacer aportes muy valiosos, al éxito de la causa.
Autor: Fernando De Micheli
Director General en Sidesys Argentina/ México / República Dominicana.
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